La literatura neoclásica

Los caprichos barrocos fueron sustituidos por una tendencia a la armonía, al orden y a las formas.

Al siglo XVIII se le ha llamado el siglo de las luces porque la Razón es la norma.

Es el espíritu científico el que caracteriza a la época de las Luces: el conocimiento que proporcionaba la ciencia, la idea de un progreso indefinido, aumentar el poder del hombre frente a la Naturaleza.
La ciencia libraría al hombre de las supersticiones.

Nada escapa a la crítica de los hombres ilustrados; el dudar de todo, el revisar todo lo que se tenía por firme e inmutable se hace su norma: "la duda es el principio de la ciencia": quien no duda de nada, no examina nada; quien no examina nada, no descubre nada; quien no descubre nada, es ciego y permanece ciego.

La literatura de viajes

Hasta entonces, Europa había sido, para los europeos, el centro del mundo. Sus costumbres eran las costumbres civilizadas. El resto del mundo era, para los europeos, lo salvaje.

A fines del siglo XVII y principios del XVIII se empezó a viajar con intención de comparar las costumbres, filosofías, religiones y formas de gobierno de la Europa civilizada con las de otros pueblos.
En estas comparaciones, Europa solía salir bastante mal parada. Se buscaban las virtudes, reales o inventadas, de los otros pueblos para hacer resaltar los defectos de las sociedad europea.

Se describía al europeo como a un hombre moralmente degenerado, inseparable de su peluquín blanco, sus medias de color, sus plumas, bordados y cintas; interesado siempre en ganar más, en ser más poderoso, en conseguir riquezas y honores que a la larga no le daban paz y felicidad.

La literatura neoclásica tiende a fijar en sus páginas los actos morales del hombre, su vida interior. El escritor trata de ejercer una función formativa, de ofrecer al lector formas de conducta que le permitan conocerse a sí mismo.

Era preciso, ante todo, escribir con sencillez y veracidad, expresarse en un lenguaje claro y armonioso, capaz de agradar.


Autores

La Fontaine, Tomás de Iriarte, Swift, Defoe, Moliere, Leandro Fernandez de Moratin, Corneille, Racine, Diego de Torres Villarroel, Melendez Valdes, Don Ramón de la Cruz.